Un desarrollo negativo
En mi opinión, la evolución de los últimos años ha sido negativa. Por supuesto que no envidio a los conileños todas las grandes innovaciones, pero simplemente ya no me gustan tanto.
Orgasmos de hormigón
Las calles de hormigón de fácil cuidado (ídem: Paseo Marítimo), los aparcamientos hormigonados (Fontanilla y Bateles), la zona de La Chanca hormigonada. Todo esto puede tener sus (¿buenas?) razones, pero me parece terrible.
En mi país se intenta renaturalizar, desprecintar y reverdecer todo lo posible, y ahí se entregan a orgasmos de hormigón. Un ejemplo positivo es el aparcamiento de ALDI: bloques de hormigón con hierba que proporcionan suficiente estabilidad para aparcar pero permiten que el agua se filtre.
Contenedores
Todo chic y moderno y eficaz y limpio, pero sin amor ni alma: chiringitos confeccionados con contenedores estandarizados. (No sé: ¿quizá ahora también con aire acondicionado?)
El turismo y sus efectos
Animada actividad constructora en la ciudad, donde la gente se queja después de que haya tantos hogares vacíos la mayor parte del tiempo, que los alquileres son tan altos como en Madrid y que los propietarios de pisos quieren amortizar su inversión en 5 años como máximo.
Fuera de temporada, los conocidos barrios fantasma, persianas cerradas en los pisos, comercios cerrados o abandonados, entre las 13:00 y las 17:30 punto muerto por todas partes. Y tarde o temprano habrá manifestaciones contra el turismo excesivo y sus efectos nocivos, sólo diré: ¡entregado según lo ordenado!
Que me sigue gustando
Lo único que me sigue gustando de Conil es que apenas hay mujeres con velo musulmán, quizá alguna con esta especie de pañuelo, pero ni hiyabs, ni abajas, ni niqabs. Para un matamoro como yo, que vive en su entorno ahora bastante alienado, esto es una verdadera bendición.